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¿Superfoods o supermarketing?

¿Superfoods o supermarketing?

Cada vez es más frecuente encontrar personas familiarizadas con el término “superfood” (superalimento). Muchas de esas personas son consumidoras de alimentos como la quinoa, la chía, el goji, el acaí o el kale. El motivo de que cada vez más gente consuma las llamadas “superfood”, es que las asociamos con alimentos que poseen propiedades excepcionales para estar sanos o más jóvenes. Sin embargo, la evidencia demuestra que lo que hay detrás de esa expresión es más un concepto creado en los laboratorios del marketing, que un concepto con base nutricional.

La idea de que un alimento per se pueda tener efectos incomparables en nuestra salud, no tiene realmente sentido desde un punto de vista científico. Existen alimentos excelentes, pero no superalimentos. Esto significa que los reclamos de grandes beneficios nutricionales, en realidad, pueden confundir al consumidor.

El término se utiliza en ciertos medios con profusión y, en la última década, se ha convertido en un concepto de moda y exitoso, porque la salud “vende”. Es, sin lugar a dudas, un éxito del marketing. Sin embargo, no existe una definición legal o regulatoria para los llamados superfoods. Es más, el término recibe críticas severas de profesionales de la nutrición, porque, afirman, puede engañar al consumidor. En el fondo, ese concepto implica en sí mismo que ese alimento es mejor que otros, y ello, sin tener evidencias científicas que los avalen. Nada han de envidiar las semillas de chía o las bayas de goji a las naranjas o a los plátanos. No hay ningún alimento que por sí solo tenga efectos mágicos en nuestra salud o que prevenga enfermedades. Otra cosa es que su riqueza en componentes antioxidantes, fibra o ácidos grasos, en conjunción con una dieta equilibrada, sea beneficioso para nuestra salud.

 

La idea de que un alimento per se pueda tener efectos incomparables en nuestra salud, no tiene realmente sentido desde un punto de vista científico. Existen alimentos excelentes, pero no superalimentos.

 

Orígenes del término superfood.

El ejemplo más antiguo registrado que puede ser asimilado con los llamados superalimentos, puede encontrarse a principios del siglo XX, en torno a la Primera Guerra Mundial. También entonces, ese alimento que hoy llamaríamos superfood fue utilizado como parte de una estrategia de marketing. La United Fruit Company inició una dinámica campaña publicitaria para promover el consumo de bananas. Publicó folletos informativos que incluían datos sobre la banana y su valor nutricional. Inicialmente, la compañía había anunciado el pragmatismo de los plátanos en la dieta diaria, ya que eran baratos, nutritivos, fáciles de digerir, disponibles en todas partes, buenos cuando se cocinaban y cuando no se cocinaban y, además, sellados por naturaleza en un paquete (su cáscara) a prueba de gérmenes. Para que la gente comiese más, sugirieron agregar plátanos en el cereal para el desayuno, en ensaladas para el almuerzo y fritos con carne para la cena.

¿Superfoods o supermarketing?, Desafíos del marketing

La popularidad del plátano se disparó debido a que los médicos publicaron hallazgos sobre los beneficios de una dieta que incluía el consumo de bananas. Esos beneficios se concretaban en bondades para tratar afecciones como la enfermedad celíaca o la diabetes. La Asociación Médica Estadounidense anunció, en aquel momento, que los plátanos podían aliviar la enfermedad celíaca o que, incluso, la curarían en los niños (aún no se había descubierto que el verdadero culpable era el gluten).

Los plátanos pronto se convirtieron en un emblema de salud, y las madres hicieron de los plátanos un alimento básico para sus hijos, incluso si no tenían la enfermedad celíaca. La United Fruit Company incluyó estos beneficios para la salud en su material promocional y la prensa hizo alarde de titulares sobre los plátanos, dando origen a la moda de la dieta del plátano.

Los superfood en la actualidad.

Hoy en día la información se propaga a velocidad viral, de modo que la promoción de nuevos alimentos es constante. Los nuevos superalimentos aparecen cada dos por tres, anunciando presuntos beneficios basados en evidencias a priori científicas. Para ello, se suele recurrir a titulares atractivos, que se divulgan fácil y rápidamente en prensa y redes sociales… En el fondo, nos encontramos ante campañas de marketing de las industrias alimentarias involucradas.

¿Superfoods o supermarketing?, Desafíos del marketing

Los superalimentos a menudo se traducen en superventas. Se ha creado una industria de miles de millones de facturación. Según una encuesta de Nielsen (con 30.000 encuestados a nivel global), los consumidores están dispuestos a pagar más por alimentos que se perciben como saludables. La información de propiedades beneficiosas para la salud en sus etiquetas es importante. Esos alimentos registran mayores ventas. Esto puede deberse a que proporcionan una confirmación adicional del conocimiento que ya tiene el consumidor sobre un alimento saludable. Dicho de otro modo, esa información aumenta la probabilidad de compra.

 

Los superalimentos a menudo se traducen en superventas. Se ha creado una industria de miles de millones de facturación.

 

La encuesta antes citada también muestra que alrededor del 80% de los encuestados ven «la comida como medicina» y comen ciertos alimentos para prevenir problemas de salud como la obesidad, la diabetes, la hipertensión y el colesterol alto. No es de extrañar, entonces, que los alimentos de origen vegetal como frutas, verduras y cereales integrales, que generalmente se perciben como promotores de la salud, a menudo encabecen las listas de superalimentos.

La industria alimentaria ciertamente tiene un incentivo al comercializar productos como superalimentos, pues impulsa las ventas. Según la investigación de Mintel, en 2015 hubo un aumento del 36% a nivel mundial en la cantidad de alimentos y bebidas lanzados con la etiqueta «superalimento», «superfruta» o «supergrano», siendo EE.UU. quien lideró el lanzamiento de tales productos. Algunos de los superfoods más promocionados son: açai, almendra, aguacate, brócoli, cacao, semillas de chía, huevos, ajo, goji, té verde, kale, kéfir, algas, frutos rojos, etc.

Es interesante resaltar el gap de precios entre los superfoods y otros alimentos. Según una investigación de 2017 en The International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, el consumo de «superalimentos» es mayor entre las personas con rentas más altas. Dicho estudio también sugiere que la conexión entre la posición socioeconómica y el consumo de los llamados superalimentos está impulsada, al menos en parte, por un proceso de distinción social. Dicho en otras palabras, las personas optan por comerlos debido a la percepción de que eso es lo que hacen las personas de clase más alta.

Base científica detrás de los superfood.

Las declaraciones de propiedades saludables que figuran en la etiqueta de una barrita de proteínas vegetal o de un zumo 100% natural, deben estar basadas en investigaciones científicas. Cosa distinta es que los hallazgos derivados de tales investigaciones, así como sus implicaciones para nuestra salud, a menudo sean engrandecidos de forma completamente desproporcionada.

Por ejemplo, tras la publicación de un estudio sobre el consumo de nueces entre aproximadamente 120.000 hombres y mujeres en el prestigioso New England Journal of Medicine, se creó una gran expectación para comprobar en qué medida comer nueces podía reducir el riesgo de muerte por ataque cardiaco. Sin embargo, lo que en realidad mostró el estudio es que las personas que comían nueces al menos siete veces por semana, tenían un 20% menos de probabilidades de morir por cualquier causa (incluido el cáncer y la enfermedad cardíaca), en comparación con quienes no comieron nueces en los 30 años que duró el estudio. En definitiva, no mostró correlación sino causalidad.

 

Las declaraciones de propiedades saludables que figuran en la etiqueta de una barrita de proteínas vegetal o de un zumo 100% natural, deben estar basadas en investigaciones científicas.

 

Todos estos son detalles a tener en cuenta antes de comprar los citados superfoods: «Sacar conclusiones basadas en uno o unos pocos estudios del mismo diseño ignora la importancia de las limitaciones inherentes al diseño de cada estudio», explica Maki Inoue-Choi, científico de planta de la Rama de Epidemiología Nutricional del Instituto Nacional del Cáncer. Señala que la mayoría de los estudios de nutrición realizados en humanos están destinados a establecer vínculos entre los hábitos y los resultados de salud. “Es importante recordar que no existe un diseño de estudio perfecto en ninguna área de la ciencia”, explica Kim Robien, directora del programa de Nutrición de Salud Pública de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington. “La cuestión clave para llegar a la verdad en la ciencia es cuán reproducibles y consistentes son los hallazgos de la investigación en diferentes diseños de estudios y poblaciones. Ningún estudio debe considerarse por sí solo; los estudios sólo deben considerarse en el contexto del grupo completo de investigaciones que abordan la cuestión científica».

Consecuencias económicas y medioambientales de los superfood.

La moda alimentaria de los superfood también tiene, desgraciadamente, consecuencias negativas en el entorno socio-económico y ambiental de los países productores. La quinoa es originaria principalmente de Perú. En este país es un alimento básico. Sin embargo, el hecho de haberse catalogado como superfood a nivel mundial, ha provocado que su precio se eleve muchísimo y que se hayan generado dificultades para que los propios peruanos la puedan adquirir. Otro ejemplo similar tiene lugar en China con las bayas de Goji:  grandes extensiones de tierra agrícola se están dedicando a su producción en detrimento de otros cultivos. Igualmente ha sucedido con el ginseng, a raíz de las afirmaciones, aún sin evidencia científica, de que ayuda a mejorar la memoria y los «niveles de energía», pues su consumo ha generado que el ginseng asiático y americano entre en la lista de especies en peligro de extinción del WWF (World Wildlife Fund).

Mirando al futuro y como impacto adicional, cuando las semillas de chía, las bayas de goji o la quinoa, por citar algunos casos, ya no sean los superalimentos de moda en los países ricos, es muy previsible que las empresas que los comercializan y los agricultores locales sufran una merma en sus ventas y una disminución de los puestos de trabajo. No hace falta decir que los vaivenes de las apetencias del primer mundo pueden generar daños colaterales muy profundos en las previsiones económicas de los países productores.

Un caso que merece especial mención, porque incorpora todas las cuestiones señaladas, es el de los arándanos. Esta pequeña fruta, reconocido superfood, alcanzó su punto álgido de propaganda a principios del siglo XXI, después de ser objeto de una investigación sobre sus propiedades, patrocinada por el gobierno americano. En 1991, científicos del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) crearon una herramienta de clasificación llamada Capacidad de absorción de radicales de oxígeno (ORAC). Se utilizó para medir la capacidad antioxidante de los alimentos (los antioxidantes son moléculas que pueden ayudar a reducir la cantidad de radicales libres dañinos en el cuerpo y, por tanto, son promocionados como beneficiosos para la salud y el antienvejecimiento). El USDA proporcionó una base de datos ORAC en su sitio web, que destacaba los alimentos con puntuaciones ORAC altas, incluidos el cacao, las bayas, las especias y las legumbres. Aún si la evidencia científica era débil, los arándanos y otros alimentos que encabezaban la lista se promocionaron como combatientes de enfermedades, desde el cáncer hasta la salud del cerebro y las enfermedades cardíacas. Sin embargo, 20 años después, el USDA se retractó de la información y eliminó la base de datos tras determinar que los antioxidantes tienen muchas funciones, pero no todas ellas están relacionadas con la actividad de los radicales libres. Aún así, la producción de arándanos en los EE.UU. se duplicó entre 1998 y 2006 y ha seguido aumentando cada año hasta 2016, según fuentes del USDA. No obstante, la superproducción y la fuerte competencia con arándanos canadienses ha provocado una caída en precios y rentabilidad. Actualmente los arándanos se siguen identificando como potentes antioxidantes.

¿Superfoods o supermarketing?, Desafíos del marketing

Un último ejemplo que debe ser mencionado es el de los superfoods detox. Estos alimentos podemos encontrarlos citados en múltiples medios y gozan de notables niveles de ventas. Sin embargo, no hay evidencias de que ningún alimento sea desintoxicante. Es más, la realidad es que nadie necesita desintoxicarse. Salvo que hayamos sido envenenados, tenemos un sistema extremadamente eficiente para filtrar la mayoría de las sustancias nocivas que ingerimos: el hígado y los riñones. Mientras nuestros riñones filtran nuestra sangre y eliminan los desechos de nuestra dieta, nuestro hígado procesa y desintoxica cualquier compuesto que ingerimos. En definitiva, estos dos órganos hacen que nuestros cuerpos sean capaces de disfrutar de un sistema de limpieza natural. Eso significa que es innecesario tomar zumos «limpiadores» o té «desintoxicante», y mucho menos, someterse a dietas detox.

 

No hay evidencias de que ningún alimento sea desintoxicante.

 

Conclusiones.

Cada alimento individual, incluídos los superfoods, contiene combinaciones y cantidades únicas de vitaminas, minerales y antioxidantes. Sabemos que son mezclas complejas de numerosos compuestos químicos. Estos compuestos juegan un papel importante en nuestra salud y maximizan sus beneficios al trabajar combinadamente (no de manera individual). Desgraciadamente el concepto de superfood (más propio del marketing que de la ciencia nutricional), ha dañado la popularidad de muchos alimentos tradicionales muy saludables, pero que, como no son tendencia, son borrados de las listas de la compra. Esto, además, ha conllevado un incremento importante en el dinero que dedicamos a alimentación, pues muchos de esos alimentos que no están de moda, pero que son tanto o más saludables, son más baratos y asequibles.

 

Los superalimentos son alimentos con grandes propiedades, eso no se puede negar, pero no son milagrosos.

 

Vivimos en la era de la información, pero en ocasiones ciertos estudios de marketing, promocionados por la industria, pueden confundirnos. Los superalimentos son alimentos con grandes propiedades, eso no se puede negar, pero no son milagrosos.

Todas estas consideraciones nos hacen plantear qué responsabilidad tienen las administraciones gubernamentales en esta cuestión. El ejemplo de los superfoods hace surgir la necesidad de que los gobiernos no fomenten o promocionen esos estudios tras los cuales se encuentran los especialistas en marketing de la industria alimentaria.

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