Hasta hace unos años la escena tras el regreso de vacaciones era muy similar en toda España. El trabajador vuelve a su oficina. Enciende su ordenador, lee decenas de correos electrónicos acumulados en su bandeja de entrada, describe sus vacaciones a sus compañeros y acude a la sala de reuniones a ponerse al día. Cuando se asoma por la ventana, se encuentran con un ir y venir de gente caminando a toda velocidad hacia su puesto de trabajo, el mismo paisaje que antes de tomarse las vacaciones. Vuelve la rutina, con sus cosas buenas y malas, pero rutina, al fin y al cabo. El eterno retorno a las jornadas laborales de ocho horas, con el preceptivo descanso para almorzar y, si se da el caso, un café a media mañana. El mundo vuelve a girar.
Sin embargo, hoy las cosas pueden ser bastante diferentes. Somnoliento y con un café en la mano, el empleado enciende el ordenador. Han pasado varios días desde que no abre el mail y se acumulan decenas de correos electrónicos. Lee que a las 11.00h hay convocada una reunión. Cuando se asoma por la ventana, el mar azulísimo luce en todo su esplendor. Es probable que en apenas un mes, el paisaje será distinto. Espera poder ver desde su ventana una panorámica del Foro de Roma. Y si no se tuercen mucho las cosas, en enero quiere disfrutar de unas vistas de la costa de Lanzarote. Es un nómada digital. También con sus ventajas y sus inconvenientes. Pero con la capacidad de trabajar en el lugar que decida, siempre que tenga una buena conexión Wi-Fi y paciencia para aguantar largas reuniones por Zoom.
¿Qué es un nómada digital?
Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de trabajar. Y la pandemia ha sido el aldabonazo definitivo para que muchas personas se replanteen su modalidad laboral. El teletrabajo se ha convertido en una opción que puede dar tan buen resultado como el trabajo presencial y cada vez más empresas implantan esta modalidad. Los nómadas digitales lo están aprovechando. Y el sector turístico ve en ellos un potencial cliente que sin duda va a ayudar, y mucho, a recuperar todo lo perdido durante la pandemia.
El nómada digital solo necesita una buena conexión a Internet, un ordenador y, por supuesto, un trabajo que no exija presencialidad.
Ser nómada digital es un estilo de vida. Si lo queremos definir de una forma resumida, podríamos asegurar que es un trabajador que decide trabajar de forma remota y que no pretende hacerlo siempre desde el mismo lugar. Su intención es vivir viajando todo lo que pueda. Hoy trabajar desde Barcelona, mañana desde Madrid el mes próximo desde Sidney. Solo necesita una buena conexión a Internet, un ordenador y, por supuesto, un trabajo que no exija presencialidad.
En el año 1997 el manifiesto Digital Nomad democratizaba un concepto que no ha dejado de popularizarse con los años. Sus autores, Tsugio Makimoto y David Manners, pronosticaban un mundo laboral distinto en el que el mercado globalizado y las nuevas tecnologías haría que se difuminasen las líneas que separaban trabajo, viajes y hogar. Con el tiempo no haría falta tener un sitio fijo desde el que trabajar. Parece que su vaticinio ha sido muy acertado.
Y lo cierto es que el sector turístico, tradicionalmente enfocado a los viajes de placer o a las estancias cortas por trabajo ha visto el cielo abierto a un nuevo modelo de cliente. Un cliente que ya no busca solo descansar o concentrar en unos pocos días toda la oferta de ocio, cultura y gastronómica de una ciudad un país que no conoce. El nómada digital quiere formar parte del entorno en el que va a vivir temporalmente, compartir las costumbres, vivir una experiencia más «real» que la del turista tradicional.
El sector del turismo debe adaptarse a un usuario que no gastará mucho dinero en poco tiempo, sino que necesitará unos servicios que le permitan reducir el gasto diario, pero ampliando significativamente el tiempo de estancia. Los clientes cambian y el sector ha de actualizarse para ofrecer lo que necesitan estos nuevos usuarios.
Las oportunidades de los nómadas digitales para el sector de viajes
En Estados Unidos el número de nómadas digitales creció un 49% desde 2019 a 2020, según un estudio de la empresa MBO. Y cuando la pandemia sea un mal recuerdo y los destinos recuperen la normalidad estas cifras prometen incrementarse notablemente. Según ese estudio casi 11 millones de estadounidenses habían elegido ese estilo de vida. Además, conviene destacar un elemento muy significativo que denota su atractivo para las empresas y las ciudades que desean acogerlos. Alrededor de un 40% de estos nómadas digitales recibían un salario por encima de 75.000 dólares al año.
Si nos trasladamos a España. lo cierto es que aún no hay estudios similares sobre el número de nómadas digitales. Sin embargo, el clima, la seguridad y los precios sí que hacen que nuestro país sea uno de los destinos preferidos por aquellos que han decidido trabajar viajando. No es de extrañar, por lo tanto, que varias regiones hayan comenzado a lanzar sus redes promocionales a estos posibles clientes.
Precio, clima, seguridad, posibles lugares desde los que trabajar y buen acceso a Internet son los criterios fundamentales para elegir un destino.
Una de las primeras comunidades que lo han hecho ha sido Canarias. El Gobierno de Canarias ha invertido medio millón de euros en una campaña específicamente destinada a los nómadas digitales. Y es que las islas son unos de los destinos predilectos de estos profesionales. Al menos así lo indica Nomad List, el ranking referencial del nomadismo digital. Según el mismo, Tenerife es el sexto destino preferido y Gran Canaria el decimoquinto para quienes trabajar en remoto.
No es de extrañar, ya que las Islas Canarias en su conjunto cuentan una alta puntuación en los principales criterios que valoran los nómadas digitales para elegir su destino. En concreto, y por este orden, dichos criterios son: precio, clima, seguridad, posibles lugares desde los que trabajar y buen acceso a Internet. He ahí el Santo Grial para aquellos destinos turísticos que quieran atraer nómadas digitales. En alguno de ellos, como en el buen clima, poco pueden hacer los estrategas públicos que se dediquen a atraerlos. Pero en otros, como crear buenas conexiones a Internet o generar espacios de trabajo apetecibles y dinámicos, todo esfuerzo puede dar un resultado excelente y tendrá la capacidad de aumentar los ingresos de muchas localidades que se encuentran con personas con alto poder adquisitivo que deciden vivir en ellos durante una temporada.
Además de Canarias, también Barcelona ha entendido la importancia de los profesionales nómadas como sujetos de inversión. La pasada primavera, el ayuntamiento de la capital catalana puso en marcha una campaña destinada específicamente a este colectivo: «Move your dest, change your life», era el lema con el quería atraer a nuestros profesionales viajeros.
Y es que los datos indican que Barcelona es otra de las ciudades preferidas para los nómadas digitales. Según un informe presentado por el Observatorio de Turismo de Barcelona, un 12% de los visitantes que llegó a la ciudad en el pasado mes de abril lo hicieron para compatibilizar teletrabajo, cultura y ocio. Probablemente con la vacunación mucho más avanzada, este otoño el número total de nómadas digitales en Barcelona sea mayor.
Clima, infraestructuras, seguridad, bienestar y una gran oferta de ocio y cultura. Está claro que Barcelona cuenta con muchos aspectos apetecibles para los nómadas digitales. Pero si institucionalmente se les da un plus, las posibilidades de que sea la urbe elegida aumentan. Por eso, desde el Ayuntamiento lanzaron para este colectivo una serie de facilidades para que seleccionaran este destino. A saber: descuentos en el seguro médico, en entradas de museos, alquiler de motos y bicicletas y pases para clubs deportivos durante los primeros seis meses de su estancia.
Son solo dos ejemplos que, seguro, que se irán multiplicando en los próximos meses y años. Porque está claro que se trata de una tendencia que no va a frenar en el corto plazo. Sin embargo, los intentos de atracción de este tipo de viajeros están un poco en pañales en España. Basta observar que estos ejemplos de promoción parten desde los departamentos de turismo de ayuntamientos y comunidades. De momento, las no consejerías o concejalías de Empleo no están demasiado implicada.
Y no hay que olvidar que los nómadas digitales son trabajadores, que también tienen la capacidad de aportar al empleo de los destinos y que muchos de ellos pueden ser empleadores en momentos determinados, además, por supuesto, de consumidores.
El paradigma laboral está cambiando. Después de la pandemia, muchos trabajadores se plantean si merece la pena volver a sus vidas anteriores. Pero no solo hablamos de las grandes ciudades, de los destinos más habituales. El nomadismo digital ha implicado para muchos la vuelta a la vida rural. Casas más grandes, precios más bajos, menos estrés diario, mayor contacto con la naturaleza. Aquellas localidades rurales que sepan transmitir sus bondades tienen la oportunidad de recoger a muchos trabajadores descontentos con la vida urbana.
Conclusiones
Los nómadas digitales suponen un nicho en pleno crecimiento. Llegar hasta ellos, hacer interesante un destino puede lograr contar con personas con altos ingresos que beneficien a toda la comunidad que reside permanentemente en esa localidad. Para lograr atraerlos es necesario un trabajo conjunto entre las instituciones públicas y privadas. Dotar de todas las infraestructuras necesarias, cuidar la conexión a Internet, mejorar la seguridad y también adaptar los alojamientos, ofrecer experiencias que compatibilicen el ocio y el trabajo. Son muchas las personas que quieren aprovechar la tecnología para descubrir el mundo. Conseguir que ese descubrimiento pase por nuestra localidad es un trabajo de todos los que formamos parte de ella.