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Generación Alpha: cómo preparar estrategias de marketing para los consumidores del futuro

Puede que a muchos nos parezca mentira, pero el tiempo -permítenos el tópico- pasa volando y hablar de la generación Alpha es hablar del futuro del marketing, pero también del presente. Son los niños nacidos a partir de 2010 y hasta 2025 -aunque el final de esta generación está aún por definirse. Son también los primeros en crecer rodeados desde la cuna por pantallas, asistentes de voz, algoritmos y contenidos personalizados. No conciben la tecnología como algo nuevo. Es el entorno natural en el que viven, aprenden y se relacionan.

Lo interesante es que estos niños ya están moldeando el mercado sin tener poder adquisitivo directo. Según un estudio reciente, en 2025 más del 40% de los menores de ocho años tiene su propia tableta y casi uno de cada cuatro cuenta con un smartphone. A su vez, un informe de 2024 de Morning Consult muestra que los Alphas influyen directamente en decisiones de compra del hogar, desde el tipo de comida o ropa hasta la elección de un destino vacacional o un dispositivo.

Y seguimos. Ahora con el informe de UNICEF Childhood in a Digital World de este mismo año, que advierte que el acceso temprano a tecnología puede potenciar el aprendizaje y la creatividad, pero también amplificar riesgos si no existe acompañamiento adulto y diseño ético. Precisamente este hecho coloca a las marcas ante una paradoja. Deben conectar con un público hiperconectado, curioso y exigente, sin caer en la manipulación o el exceso de estímulo.

Y ante esta perspectiva, la pregunta no es cómo venderle a la generación Alpha, sino cómo construir relaciones de confianza y valor en un entorno donde lo digital y lo humano ya no se separan.

¿Qué rasgos definen a los Alpha?

 

“Los Alphas comprenden que un juguete físico puede tener una versión digital, o que un código QR en una caja puede desbloquear un universo de juego”

 

Si la Generación Z (los nacidos entre 1995 y 2009) es la de la inmediatez y el contenido social, la Generación Alpha es la del aprendizaje activo y la interactividad constante. No son meros espectadores. Esperan participar, tocar, experimentar. Su identidad se forma tanto en el aula como en Roblox, tanto en una conversación con sus padres como en un vídeo educativo de YouTube Kids.

Aprenden haciendo

Para ellos, la gamificación es su lenguaje natural. Prefieren los contenidos que pueden explorar, personalizar y completar. No responden igual ante un anuncio estático que ante una experiencia interactiva que los reta. Las marcas que entienden esto comienzan a ofrecer experiencias educativas y de entretenimiento a la vez: juegos que enseñan, aplicaciones que fomentan la curiosidad o contenidos que invitan a descubrir.

Viven entre lo físico y lo digital

Los Alphas se mueven con total naturalidad entre los mundos online y offline. Comprenden que un juguete físico puede tener una versión digital, o que un código QR en una caja puede desbloquear un universo de juego. Este comportamiento impulsa la llamada estrategia phygital, una integración entre experiencias tangibles y digitales que mantiene la atención y refuerza la conexión emocional con la marca.

Crecen con valores

Los niños de esta generación no son indiferentes a temas como la sostenibilidad o la inclusión. Son temas que respiran en casa, en la escuela y en los contenidos que consumen. Por eso, las marcas que comunican desde la autenticidad y la coherencia encuentran terreno fértil. No basta con poner un logo verde, los padres -y los propios niños- reconocen enseguida cuándo un mensaje es vacío.

Cómo adaptar el marketing para los consumidores del futuro

Generación Alpha-familia

Hablar de marketing para la Generación Alpha no es hablar de diseñar experiencias significativas. Estos consumidores del futuro no quieren que se les venda; quieren participar, crear y sentirse parte de algo más grande.

Diseñar para la familia, no solo para el niño

El marketing hacia la generación Alpha debe ser doble: hablarles a los niños, pero también a los padres. Ellos son quienes aprueban, compran y supervisan. Eso implica generar mensajes diferenciados, pero coherentes: uno lúdico, emocional y visual para los niños; otro informativo, ético y transparente para los padres.

Te ponemos un ejemplo. Una marca de juguetes puede tener una landing con videos y mini-juegos donde los niños exploran historias, mientras los padres acceden a una sección con información educativa, certificaciones de seguridad y guías de uso responsable. Dos discursos, por lo tanto, con un mismo propósito.

Privacidad desde el diseño

La confianza es la moneda del futuro. Y en el caso de los niños, esa confianza empieza por la privacidad. Es fundamental implementar lo que se conoce como privacy by design -es decir, integrar la protección de datos desde la concepción del producto.

Hoy, el marco legal lo exige, pero además los padres lo demandan. Una marca que explica con claridad cómo gestiona los datos de sus usuarios, que ofrece controles parentales simples y que promueve el uso responsable de la tecnología, cumple la ley y gana reputación y fidelidad.

De producto a experiencia: el valor de lo físico y digital

El concepto de phygital (físico + digital) resume bien la forma en que esta generación percibe el consumo. Un juguete, un libro o una prenda de ropa puede tener un gemelo digital: un código, un filtro de realidad aumentada o una misión en un videojuego. El marketing del futuro no se limitará a vender objetos, sino experiencias extendidas que crucen universos.

La clave es no perder de vista el propósito. No se trata de añadir tecnología por moda, sino de usarla para aumentar el valor percibido: conectar lo que el niño siente en la vida real con lo que vive en el entorno virtual.

Contenido generado por usuarios y creadores responsables

Los niños adoran ver a otros niños crear, jugar o contar historias. Las colaboraciones con creadores de contenidos son un puente poderoso, pero también un terreno delicado. Las marcas deben garantizar que esos contenidos sean seguros, positivos y revisados. Seleccionar a los creadores adecuados es una decisión estratégica, no cosmética. El futuro del marketing se parecerá más a una comunidad que a una campaña. Padres, niños y creadores participando juntos en espacios moderados donde todos se sientan parte.

Canales y formatos que mejor funcionan

 

“Lo que funciona son los vídeos que enseñan algo, que inspiran o despiertan la curiosidad; la educación visual es el nuevo entretenimiento”

 

Ahora bien, todo esto debe adaptarse a aquellos formatos y canales que realmente atraen a los más pequeños y que permiten al tiempo que los adultos se sientan cómodos y seguros. Veamos los principales.

  • Plataformas de juego. Roblox, Minecraft o Fortnite Creative se están convirtiendo en los nuevos escaparates de marca. Allí se diseñan experiencias que no interrumpen, sino que acompañan. En lugar de banners o anuncios, los niños encuentran misiones, eventos o espacios colaborativos. Cuando una marca logra integrarse en esos universos sin invadirlos, el resultado es un engagement orgánico y emocionalmente positivo.
  • Vídeo corto y aprendizaje visual. Los niños Alpha aprenden con los ojos. El formato de vídeo corto en YouTube Kids (siempre bajo control parental) es el más eficaz para captar su atención y transmitir mensajes. Pero el contenido no debe ser vacío ni exagerado. Lo que funciona son los vídeos que enseñan algo, que inspiran o despiertan la curiosidad. La educación visual es el nuevo entretenimiento.
  • Aplicaciones con propósito. Las apps destinadas a niños y familias deben tener una función clara: aprender, jugar o descubrir, pero sin abuso de notificaciones ni compras internas. Las mejores aplicaciones incluyen informes para los padres, opciones de juego cooperativo y modos offline. La marca debe transmitir una idea simple pero poderosa: “te acompaño, no te controlo”.
  • Alianzas educativas y experiencias presenciales. Nada sustituye el contacto humano. Por eso, muchas marcas comienzan a colaborar con colegios, museos o bibliotecas para ofrecer talleres y experiencias vinculadas a sus productos. Cuando la tecnología se combina con la educación, la marca deja de ser un vendedor y se convierte en un facilitador de aprendizaje.
  • Medir sin invadir: cómo saber si una estrategia funciona. El reto con los consumidores más jóvenes es medir sin convertirlos en objetos de análisis. En lugar de obsesionarse con cuántos minutos pasan frente a una pantalla, las marcas deberían medir calidad de interacción, satisfacción familiar y valor percibido. Existen indicadores que pueden ser muy útiles como la cantidad de niños que completan actividades o retos, la tasa de repetición o recomendación por parte de los padres, La frecuencia de uso en modo compartido (niños y padres) y, muy importante, el número de incidencias o quejas vinculadas con privacidad o contenido.

Riesgos y límites éticos

Generación Alpha-móviles

El mayor error que puede cometer una marca es subestimar la responsabilidad que implica hablarle a un niño. Por eso, conviene establecer desde el principio un marco ético claro.

  • Limitar las recompensas monetarias por tiempo de uso.
  • Eliminar mecanismos que exploten la urgencia o el miedo a perderse algo.
  • Supervisar toda colaboración con influencers infantiles.
  • Publicar informes de seguridad o transparencia con frecuencia.

Una marca que se muestra abierta, que escucha a las familias y que reconoce sus límites, se posiciona mejor que aquella que solo busca visibilidad.

Conclusión

La Generación Alpha representa una oportunidad única para reinventar el marketing desde la raíz. Son una generación curiosa, creativa y con una conciencia ética que no se puede ignorar. Las marcas que sepan acompañarlos estarán construyendo relaciones que pueden durar toda la vida. El desafío no está en producir más contenido, sino en crear experiencias significativas, seguras y coherentes con los valores que esta generación ya empieza a exigir.

El marketing del futuro será familiar, educativo, responsable y emocionalmente inteligente. En él, los niños no serán simples receptores, sino cocreadores de cultura. Y esa, sin duda, es la mejor noticia para cualquier marca que aspire a tener un propósito real.

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